Unas manos infantiles aferran firmemente un lápiz del número dos. Premiosamente, plasman por vez primera las tres letras que conforman su nombre y descubre con fascinación la magia de los garabatos, el retrato imperecedero que tantas veces esbozará, el hechizo que fluye en sus venas y sigue impulsando cada trazo haciéndolo bailar en el papel, el prodigio de las palabras.
Durante años almacena sus secretos y se regocija en la quimera de algún día poder compartirlos…
La página que estabas buscando en este blog no existe.
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