Te pienso y un pellizco en el corazón conmueve mi
alma vacía, llena de ausencia, ausencia de ti. Mi espíritu está congelado en un
verano tórrido, derritiéndose ante las llamas abrasadoras de la soledad.
Te pienso y hasta te siento aquí en un suspiro. Mi piel
se estremece y me abrazo a mí misma como queriendo abarcar el cariño que guardo
intacto para transformarlo en caricias tuyas, dulces y nutritivas, de aceite de
oliva y almendras.
Te pienso y tus manos no están en mi cuerpo, ni tu
cara en mi almohada, ni tu aliento en mis labios deshidratados, ni tu boca en
mi boca reseca con sed de amor.
Te pienso, te invento, como a un ideal, y como tal no
existes, mas yo te pienso…