En el momento menos oportuno, se presenta la hilaridad sin previo aviso. Se atraganta en la garganta un nudo y una mueca animada se refleja en mi cara; aunque intento evitarlo los labios se arquean hacia arriba, como imantados por una fuerza sobrenatural desde del cielo.
Suplico a un Dios que no entiende de normas sociales ¡No es adecuado mi comportamiento! Debo evitarlo a toda costa, pero no puedo contenerlo, se escapa de mi voluntad...
Intento evadir el recuerdo divertido, despertado por no sé qué indicio; pienso en cosas tristes, en miedos, en las nefastas consecuencias que tendrá la carcajada, pero mi cuerpo se obstina y la risa fluye…
Y loca me llamarán, por reír cuando no debo, por seguir mis propios pasos y no los que otros marcaron. Loca me dirán y me alegraré, porque en mi locura, dichosa me siento con mis delirios maravillosos. Loca. Tan loca que salto de contento y canto a todas horas. Loca sí, loca estoy; y a saber cuando volveré a tener la oportunidad de liberarme como lo he hecho; otro día tocará llorar, pienso…
Mas a todos nos ha ocurrido, que sin quererlo, en el momento y el lugar menos indicado, nos hemos reído, y ante miradas atónitas, como felices locos nos hemos sentido…