DEMONIOS
Tuvimos que escondernos tras un disfraz para parecer menos sensatos,
menos crédulos, menos inocentes. Con pintura aprendimos a disimular las
cicatrices de tantas y tantas heridas, nos afilamos los cuernos con desdén y
tridente en mano apuñalamos a un pasado inicuo.
La vida, con su devenir, nos convirtió en demonios, pero el amor nos
desenmascaró y nos encumbró, como dioses, al Olimpo.
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