Se mueve el señor de la
oscuridad, oculto tras su atuendo cándido, buscando a Satán entre los seres
alados y descubre al más protervo de todos, pues en apariencia es el antónimo
de iniquidad. Posee una belleza sublime, de trazos tan perfectos, que se le
antoja quimérica la idea de una costurera tan magistral que con hilo y dedal, sea
capaz de ocultar toda la maldad de un ser con una seda tan fina. Es la búsqueda
concluida, no es ella sino la media naranja de su malevolencia, todo cuanto
necesita un impío como él…Ansioso, posee el alma condenada, mas la perversidad
no recorre sus venas; en cambio, una paz interior apacigua su corazón indomable
colmándolo con un amasijo imposible de bien y mal…
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¿De qué infierno saliste? -Le pregunta el señor de la
oscuridad al lindo querubín-
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Del mismo cielo, olvidé mi disfraz allá…
Y es que las apariencias engañan incluso en carnaval. Tan bien imitamos ser "nosotros" que a veces nos olvidamos hasta del disfraz, mientras el resto se desvive por encontrar su doble alma inmortal. Me gusta como trasladas al relato el tema de ser y aparentar. Me gusta tu blog. Un abrazo Ana.
ResponderEliminarGracias Lumi, también yo entré a tú blog y me encantó, ya te sigo. Un fuerte abrazo.
EliminarHola Ana, buenas noches,
ResponderEliminarme ha encantado el baile de disfraces,
viste al demonio de ángel y hasta el santo se arrodillará ante él...
Éste querubín sin disfraz parecía disfrazado,
parece un escrito tomado de la vida cotidiana...
Hermoso espacio el que tienes aquí
un cálido abrazo
Muchas gracias Ariel por tus palabras, me alegra que te guste. Un abrazo
EliminarDisfruto de la relectura del baile de disfraces, muy conseguido. Sencillamente perfecto, no necesita más apalabras para expresar lo que quieres decir.
ResponderEliminarme gustaría estar en un baile así, aunque a veces ya estamos en este tipo de celebraciones sin darnos cuenta de ello... Los disfraces son ubicuos.
Perdona mi ausencia, pero ya he vuelto. Saludos Ana!
Gracias Luis y bienvenido de nuevo :) un abrazo
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